miércoles, 4 de febrero de 2009

Voy poco a esquiar, pero aquel día tomamos el teleférico para subir a lo más alto

Siempre que uno sube a la cabina de un teleférico, aparece la clásica señora que alarma a todos los que allí estamos rezando para que el trayecto dure poco y poder tocar lo antes posible tierra firme. Generalmente es una señora que tiene miedo, y nos dice en voz alta y clara: ¿Porque cruje esto?...un joven con ganas de infundirle mas miedo a la señora le hace notar “que el cable parece que se esta deshaciendo…de forma rara “lo cual motiva miedo a la señora que pego un ensordecedor ¡¡¡Ay!!! y al resto del personas ya nos entra el cangeli del miedo

Los que no pensábamos en nada, ahora estamos obligados a reflexionar en la posibilidad de la mencionada hipótesis. Pero, lo que agrava aun mas la situación, es que tiene un marido entendido en todo, experto en toda clase de ascensores, cremalleras, teleféricos y lo que le de la real gana, ¡¡¡¡un genio!!!

--La señora dice - -Yo tengo miedo a esos ingenios

--El marido - - Lo que pasa, es que no sabes como están hechos. Muy sencillo, veras. Para asegurar el coeficiente de seguridad, todo se multiplica por siete.

Aquella consideración dejo fuera de combate a la señora (que en realidad era cosa muy importante), pero los demás, estábamos en las mismas condiciones que la tal señora.

--El marido sigue con sus explicaciones: Quiero decir…que los cables, los pilares, y la cabina han sido pensados para que puedan soportar un peso siete veces mayor al máximo autorizado. ¿Fácil verdad?

La señora no estaba convencida, y el retos de publico que llenábamos la cabina, aun menos

--Pero si, a pesar de todo, eso se rompe,… -- dime --¿Qué, Juanito?--

--Entonces, Luisa--¿para que crees que esta el cable de seguridad, eh? - -

Nunca se puede estar seguro de nada - - dice la señora - - que no consigue tranquilizarse…el resto de personas dentro del teleférico estamos mas nerviosos que antes…con tantas preguntas a su Juanito y las explicaciones de este.

La cabina, seguía subiendo hacia las cumbres del pico más alto que jamás había visto.

El entendido en el tema seguía explicándonos cosas a todos en general. De repente la cabina se paro, y también el experto conferenciante.

Miedo, estupor, y silencio…Silencio a chorros.

Los allí presente examinábamos la situación. Justo detrás de nosotros un pilar largísimo, a la derecha un abismo de unos cuatrocientos metros, mas que menos.

--¿Ahora que pasa Juanito?, grito alarmada de miedo y terror la señora--

--Un corte de corriente seguramente - - nos dice el sabiondo --

Toda la cabina solo estábamos pendientes de la discusión que tenían la pareja, parecía como si fueran a solucionar el lió en que estábamos metidos.

--El marido para pifiarla más con todos los miedicas - - dijo: lo más preocupante es, ¡¡¡El viento!!!... ¡¡¡Si!!! el viento puede balancearnos y aplastarnos contra el enorme pilar.

De repente, todos como robots dos dimos la vuelta para mirar al conductor de la cabina, que intentaba hablar con la estación... ¡¡¡gritando!!! -- dijo: ¿tendremos un freno Azea verdad?

--El marido, el entendido, el experto...—empezó a explicar a su mujer, que el freno Azea... Pero un esquiador, nervioso ya, le pidió que se callara.

--La mujer dijo: querido todos estamos multiplicando por siete—

El marido se callo y la mujer empezó a tranquilizarle, ya que era el más nervioso de todos, cuando de repente volvió la corriente, y la cabina reanudo su marcha. Hasta que no llegamos arriba, el experto no dijo ni pió

Nunca más subí en cabinas telefericas ni cremalleras

1 comentario:

Gregorio Toribio Álvarez dijo...

El experto no sabía que el tener una boca dos ojos y dos orejas supone que debes hablar la mitad de lo que ves y escuchas.