Estar todos los días con esa peña de la Mesa Redonda, era
para mi me parecer como aquellas cosas de cuando eres un jovencito de la primera
infancia. Todos parecían como una banda de delincuentes “Los Matias Coll”,
listos he inteligentes que siempre estaban hablando de cosas que ni ellos “creo
yo” podían entenderlas. Lo mío para no meter la pata era escuchar y escuchar
con alguna que otra sonrisa.
Jugaban a todo aquel juego que alguno de ellos proponía,
póquer. parchís , bridge, dados ruleta, jeroglíficos, adivinanzas y aquellos
juegos de palabras y charadas en el momento menos esperado, que a mi
particularmente me desorientaban, y como
siempre hacia la sonrisa que tocaba.
El noventa por ciento
de ellos durante todo el tiempo interpretaban el papel que tocaba representar,
el otro diez por ciento pasaban de elegantemente hablando de todo un poco sin estar en el
fregado que se estaba organizando.
Durante el transcurso del verano jamás pude amoldarme
completamente a la Mesa Redonda, ni ella a mi. Era muy
complicado y al mismo tiempo muy simple.
Llegue a tener alucinaciones de no saber muy bien el ¿Quién soy yo?. En
ocasiones era frustante , y otras rematadamente estúpido estar ahí jugando o
charlando sin ton ni son en el
Gongoking.
Cuando uno se levantaba después de largas horas, era
físicamente imposible andar derecho, uno iba al bies .
Suerte tuve de Monique que me animaba con sus pedruscos, y me
dirigía con paso recto.
¡¡¡ QUE VERANO MAMMA MIA !!!
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