jueves, 13 de diciembre de 2012

El Pavo Navideño


Apropósito de que entramos en Navidades… 

Os contare unas Navidades de hará ya tres años y que los amigos y amigas nos fuimos a pasar estas fiestas en una pensión baratita de alta montaña y así también poder esquiar en unas pistas mas bien lejanas de la pensión, pero se estaba bien y calentitos que era lo mas interesante.

Al segundo día de estar allí ya era Navidad y esperábamos ansiosos el momento de clavar los dientes al pavo enorme y jugoso que todas esas pensiones servían el día de Navidad.

La vida allí era maravillosa. Estaba nevando en la calle y teníamos habitaciones calentitas…lo que era mas importante, lo estábamos pasando de alucine.

La pensión se trataba de una casa antigua y el comedor se encontraba en la planta baja. Lo que podríamos llamar salón comedor tenia tres mesas de ocho personas cada una, y había otra mesa en un rico apartado a la que fuimos relegados. Por lo visto, la patrona no aprobaba la mezcla de tercera edad con la juventud. A nosotros, sin embargo, nos tenía sin cuidado. Nuestro tema era: ¡Que nos traigan el pavo y que se fuera al infierno la mezcla de invitados!

Aquella noche el marido, un torpe de aspecto apaleado, entro como una aparición triunfal trayendo el pavo de Navidad. Se veía bien guisado, de un aspecto dorado, tierno y suculento. Todos los clientes fijos de cada año se fueron sirviendo de una porción de ave a medida que iban pasando la fuente. Los mejores trozos desaparecieron rápidamente. Después de que los fijos fueron servidos, la fuente, en lugar de desplazarse hacia nuestra mesa, fue llevada de nuevo a la cocina. Y nuestros platos desnudos como un campamento de nudistas…nos quedamos atónitos.

 Empezamos a estar inquietos, pero Juan nos dijo: No os preocupéis chicos. Tened paciencia. De ese pavo ya no quedaba casi nada. Dentro de un minuto nos traerán uno para nosotros recién hecho.

 A los pocos minutos, apareció otro fulano de la cocina y se encamino hacia la mesa de los separados, o sea la nuestra. Llevaba una gran fuente cubierta y, cuando la destapo sobre nuestra mesa, vimos que allí había una gigantesca caballa.

 Nos levantamos muy cabreados y nos fuimos del comedor sin tocar el pescado. Nos fuimos de copeo nocturno y empezó a entrarnos el hambre. Decidimos volver a la pensión y mientras todos dormían nos metimos en la cocina y saqueamos la nevera. Con gran sorpresa por nuestra parte, encontramos medio pavo frió. Nos lo zampamos rápidamente con huesos incluidos. También descubrimos la caballa que seguramente la guardaban para dárnosla al día siguiente otra vez. Con rapidez trasladamos el pescado a la fuente del pavo que ahora estaba vacía e insertamos una nota en la boca. Decía simplemente: “La mano negra “.

 A la mañana siguiente muy temprano ya nos despedimos y nadie nos dijo nada al marchar.
Donde las dan... las toman

1 comentario:

La Gata Coqueta dijo...




Quiero que el espíritu
De la Navidad haga
para ti Carlos…

De cada deseo una flor
De cada lágrima una sonrisa
De cada dolor una estrella
De cada suspiro una melodía
De cada beso una esmeralda
Y de cada corazón una dulce morada…
Para continuar caminando
Por la vereda de la vida enamorada…

Un abrazo de esperanzas
Y un beso de añoranzas.

¡¡Feliz Navidad para ti y familia!!

Atte.
María Del Carmen