domingo, 12 de septiembre de 2010

Recibi este mail...Yo tampoco me sentia independentista



Yo no era independestista. Lo escribo así, en español, una lengua en la que fui instruido en tiempos del Dictador y en la que he publicado varios libros y múltiples artículos y con la que me relaciono con gran cantidad de amigos y conocidos. No es mi lengua materna, lo es el catalán, y me siento orgulloso de dominarla. A pesar de la ya mencionada imposición. ¿Un ejemplo? Cuando estudiaba bachillerato, la profesora de biología me hizo salir al entarimado y me preguntó el funcionamiento del aparato digestivo, con los nervios propios de mi timidez, al llegar al punto de hablar del hígado, me salió su designación catalana, “fetge”, y la mezquina profesora me soltó una bofetada.

Yo no era independentista. Siempre he entendido que lo que algunos llaman “problema catalán” es en realidad el “problema español”. La mayoría de los que hablán de lo catalán como de algo problemático lo hacen desde la ignorancia, ellos solamente hablan una lengua. Una exalumna, ahora amiga, hablaba euskera y español, vino a vivir a Cataluña y ahora también domina perfectamente el catalán. Si fuera a vivir a Galicia, seguro que aprendería el gallego. Sin problemas. Por una estricta cuestión de confraternización.

Yo no era independentista. Tenía la ilusión (que, por lo que parece, viene de iluso) de que podríamos abandonar ese suplicio agónico del Estado de las Autonomías y construir un verdadero estado federal. Pero ha sido todo un engaño, un engaño de los políticos, de los españoles y de los catalanes, soy consciente de ello. Yo no era independentista porqué pensaba que los estúpidos tópicos y las nefandas mentiras que vierten sobre Cataluña los medios de comunicación carpetovetónicos, ahora también el Tribunal Constitucional, serían superados por los individuos. Pero demasiados ciudadanos españoles se han aferrado al anticatalanismo más cerril. ¿Dónde están las voces de mis amigos españoles que tantas veces me habían confiado su apuesta por el federalismo, por la España plural?

Yo no era independentista. Y, ¿qué debo hacer ahora? ¿Someterme a los dictados de unos juristas que quieren imponer la lengua única, la España indivisible? Justamente, una vez más, los españoles que hablan una sola lengua se atreven a sugerir —a proponer, a ordenar— que saber más de un idioma peninsular es una pérdida de tiempo, si no una injuria. Wittgenstein decía que con cada lengua comprendemos el mundo de una manera distinta, pero el Estado español se dirige a la uniformidad. Con el silencio de tantos y de tantos ciudadanos que asienten sin pestañear.

Jo no era independentista. Però vaig prometre’m que mai més ningú no em donaria una bufetada per fer servir la llengua amb què els meus pares em parlaven de petit, la mateixa amb què he explicat contes als meus fills, amb què he escrit els meus textos més íntims, amb què he parlat d'amor i de llibertat. Amb mi que no comptin.


JOAN MARIA MINGUET BATLLORI

Doctor en Història de l'Art per la Universitat de Barcelona.
Professor d'Història de l'Art Contemporani i d'Història del Cinema a la Universitat Autònoma de Barcelona.
President de l'Associació Catalana de Crítics d'Art (ACCA)



Una abraçada i un somriure,

5 comentarios:

Anónimo dijo...

es una pena que un pais tan hermoso como al que perteneces este fraccionado por ideas, de tantos tipos... que bueno al fin y al cabo quien soy yo para decir nada que el mio esta mas fracturado que nunca y sin esperanza de pronto recompostura.

Me encantaria conocer tus tierras sin embargo.


un saludote!

Lila dijo...

Te dejo un besito porque esos temas de banderas, fronteras y separaciones a mi solo me ha traído tristezas, por eso me reservo la opinión.

Besos.

guímel dijo...

Sempre lendo seus textos interessantes.

Abraços

Anónimo dijo...

Que no ens callin, no hem de justificar el que som, ni la nostra parla, ni les nostres arrels, som qui som, som catalans i no hi ha res més a dir.
Salut!

Mariola dijo...

Hola Carlos,

Me pillas con mal sabor de boca al leer esto, tengo la mitad de mi sangre catalana y la otra mitad andaluza.
He vivido toda mi vida, salvo algunas excepciones, en Andalucía. Yo, por desgracia, no sé hablar catalán.

El otro día, justo mi padre, que es catalán y vive en Andalucía desde joven (por cuestiones que ahora no vienen al caso), se encontró de pronto en una situación que lo hizo sentir impotente... y yo hablé con la persona que le escribía en catalán con la mejor de sus intenciones.

Resulta que mi padre habla catalán perfectamente, en su casa se hablaba catalán, pero en la calle estaba prohibido y en la escuela también. Él no sabe escribir catalán, sólo castellano, y tiene 70 años.
Y el chiquito que vino a ayudarle con el ordenador sabía catalán porque tuvo una novia catalana, y aprendió a escribirlo.
Y estando yo en su casa, vi que el chiquito le hablaba por escrito en catalán, y mi padre era incapaz de contestarle en catalán... no podía.

Le pregunté por qué no le contestaba en catalán, si no le hacía ilusión, que aquí nadie habla catalán, y tenía los ojos muy brillantes en ese momento, y me dijo con una pena honda, este niño ha aprendido a escribir catalán, pero a mí no me dejaron, y yo soy catalán y no sé escribir mi propia lengua...

Imagina, cómo me sentí yo en ese momento, la misma rabia e impotencia que sentía él la sentí yo, porque es mi padre.

Con respecto al tema del independentismo, hay de todo en la familia, a favor y en contra. Pero desde luego, las lenguas son siempre una riqueza cultural que une a un pueblo, forman parte de su cultura y como tal, no sólo hay que respetarla sino procurar que no se pierda jamás. Así como nosotros los andaluces perdimos nuestra lengua de las jarchas.

Y no me enrollo más que mis amigas están esperándome y tengo que salir como sea, que tengo una depresión enorme porque estos últimos meses me han pasado muchas cosas malas juntas...

Besito