Tras una semana de descanso de mi amiga Olga… me dedicaba,
un día al tenis con Juan, otro nos íbamos a la piscina y por la tarde con tanto
calor a tomar unos baños salados en la mismísima costa acantilada de los
alrededores, ya que todos los amigos
volvieron de sus aventuras “sulferas”.
--- ¿Pero que diablos te pasa, Carlos? Me decían los
amigos---Vas por ahí como un sonámbulo, como si estarías enfermo. Mejor será
que te vayas al medico.
Les dije que me sentía muy bien, que nunca me había sentido
mejor…raro, raro me dijeron. Ni siquiera sabes lo que te duele.
Entonces fue cuando supe donde me dolía. Estaba tan
enamorado de Olga que no era capaz de razonar correctamente y, como sabia razón
bien no me daba cuenta de lo que ella estaba tramando. Olga quería engancharme.
Estaba usando artimañas de mujer, las cuales eran muchísimas. Las dulces
charlas. Los comentarios sobre soledades, el matrimonio.
Iba a por mí, pero no por mi pasta… pues voy muy escaso, y no por mi
fama pues también voy escaso
Ella me quería tanto como yo a ella, de eso estaba seguro.
Pero, ¡Caray! Yo no estaba preparado. Yo pensaba y hacia todo con mucha
lentitud…despacio, despacio y tenia que pensar lo mil veces antes de tomar este
tipo de decisión.
De manera que Olga
atacaba y yo la animaba a seguir en el tema porque no soportaba estar lejos de
ella.
Yo me escabullía y ella no paraba de seguirme, no se rendía
nunca y yo tampoco.
Continuare con el tema los próximos días amigos